lunes, 21 de septiembre de 2015

Argumentarios, una tienda de disfraces


Entre los modos  de hacer política de los profesionales hay dos, los “globos sonda” y los “argumentarios” que, a pesar de su falacia, se siguen usando de forma vergonzosa  (será porque funcionan, cuando se abusa de ellos).

Arrinconados Refugiados
Si hay grupos humanos que se adapten mejor a lo nuevo, aunque renieguen de ello, son los conservadores. La respuesta inmediata ante una crisis o cualquier hecho novedoso es el rechazo, pero solo en un primer momento, porque el afán conservador -en todos los sentidos de la palabra- les hace tremendamente prácticos e inmediatamente se plantean “qué puedo sacar yo de esto”, “cómo aprovechar en mi interés esta situación”, recordemos que la esencia del conservadurismo es, en el binomio  individuo-sociedad, o dicho en otras palabras “yo-los otros”, apostar siempre, claro está, a favor del individuo, es decir, a favor del yo. Así llegan a unos planteamientos éticos donde es lícito conjugar en primera persona todos los verbos que atañen a sus derechos y en tercera persona los que se refieren a las obligaciones, de los demás, claro.
Después del rechazo, viene la propuesta en forma de globo sonda, que no es más que la creación de una expectativa posible sobra algo para observar la respuesta social a la misma. Si del sondeo se desprende una respuesta viable, se procede a la elaboración del argumentario oportuno para justificarla y se enviarán a los predicadores de turno a repetir hasta la saciedad los mantras pertinentes, estén donde estén y vengan a cuento o no.
Estas construcciones, los argumentarios, son  entramados de ideas -aseveraciones, en las que lo que menos importa es su verdad ni siquiera su coherencia- que justifiquen las posturas que previamente se han tomado.
Veamos un caso: La desbandada de refugiados sirios que huyen de la guerra en su país y buscan asilo en Europa provoca un crisis en los estados europeos. Las respuestas de los distintos países son diferentes, y van desde la defensa de  la justicia aparentemente solidaria en algún país, a la racanería de otros muchos y la absoluta falta de empatía humana de otros cuantos.
Qué hacen las derechas en este caso. Veamos el caso de España. Después de un tiempo en que se lanzan algunos globos sonda, y se valora la respuesta social, sobre todo en periodo electoral,  toma una decisión: hay que implicarse, lo exige Alemania, también el Vaticano, y sobre todo la sensibilidad ante las imágenes de TV de niños ahogados y reportera taimada. Pero para llegar esta decisión ha tenido lugar un proceso que es el que nos ocupa: una forma de hacer política.
Se trata de crear un argumentario que vaya cambiando de perspectiva según se vayan produciendo los acontecimientos. En un primer momento, que explique a la sociedad que ellos no son malos, sino que hacen lo que pueden, y sobre todo, que no pueden
hacer otra cosa, ah, y por supuesto que ellos no son responsables de lo que pasa aunque vendan armas que se tienen que usar porque, si no, para qué las fabrican. Bueno, esto último no lo explican. Se trata del disfraz de INOCENCIA.
Continúan  las fases de su estrategia:
En un segundo momento, refuerzan el cierre de fronteras, y si tienen que entrar, que entren los menos posibles y, por tanto, juegan a la baja en la subasta de cuotas de refugiados. Para ello se aporta el argumento básico:  el número de acogidos dependerá
de criterios objetivos como el porcentaje de desempleo, el PIB, la prima de riesgo, el déficit y la deuda, en fin, el gasto para mantenerlos a raya en las propias fronteras…etc. Es el disfraz de la ECONOMÍA.
A continuación, separan a emigrantes por hambre de emigrantes por guerra. Primero, porque estos son menos, y, segundo, porque se va a producir, se asegura, el efecto llamada sobre los desesperanzados de poder sobrevivir en sus países. Estamos ante el disfraz de la ASTUCIA.
De paso, se pueden argumentar problemas de seguridad, insinuar “yijadistas” infiltrados entre los refugiados, con datos dados por el propio estado islámico -hombre, puede ser malo, pero no tonto para dar ese tipo de datos-. Este es el  disfraz
del MIEDO.
Y por último, problemas con los excluidos sociales del país que los acoge. “Primero tendremos que socorrer a los nuestros, ¿no?, cómo les vamos a dar trabajo con el paro que hay aquí” y ya el definitivo, “la caridad bien entendida empieza por uno mismo”. Y es que la derecha se mueve por el billete para la eternidad, pero de la justicia se ocupa poco, a no ser que el destinatario sea la misma derecha. Por aquí se cuela el disfraz de la CARIDAD. Habría que hablar con el padre Ángel sobre este punto y con Groucho Marx para aclarar la cuestión de los principios.
Simón García Casanova
Licenciado en Filología y Secretario de Ahora Rincón 
Artículo de Opinión publicado en Arrinconados 

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